lunes, 8 de diciembre de 2014

Más aquí

Y con el cielo a nuestros pies
seguíamos alzando la vista arriba
donde solo quedaba la nada
pero nos demorábamos
por que hubiera más.

Inconformistas
analíticos de lo inexistente,
enganchados
a creencias de autoayudas
y a las infinitas voces
que no son más
que nuestro propio eco.

Buscamos la felicidad
 en lo remoto
encubierta
por nuestra propia sombra
aquella que creamos
cuando dejamos
de creer en uno mismo.

Y lo ví en aquel espejo roto
del suelo
me ví
en todos los fragmentos,

comprendiendo
que todos éramos un trocito
en busca de su complementario
que algún día
volvería a ser aquel espejo
en el que al fin
uno pudiera verse reflejado.

Y lo entendí.
Aquellos ojos no mentían
me miraban
y fue cuando dejé de sentir
la fuerte necesidad
de buscar en lo alto

cuando la mejor constelación
la cubrían unas pestañas
y el mejor paisaje
 unos labios preciosos
con la sonrisa más brillante
envidiada por cualquier lucero


y joder,
                 estaba a mi lado.

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